28 de diciembre de 2011

Trece mujeres en mi habitación


El Principito (Antoine de Saint-Exupéry, 1943) tiene la virtud de mirar siempre por primera vez. Recordemos: ha llegado desde el planeta B62 y su mirada de lo que ocurre en la Tierra es viva, curiosa, nueva. Es la mirada del extranjero: aquel que proviene de otro mundo y repara en cosas que los demás, de tanto ver, hace mucho ya no ven.
   —Eso lo sabe todo el mundo. Más bien cuéntenos la historia de las trece mujeres. ¿O es que no se da cuenta de que los lectores se están aburriendo?
   —A eso iba, no sea tan impaciente.
   Resultó que una amiga que da clases de Creación Literaria a chavales de entre 18 y 20 años, se dio cuenta de que mi salud mental tiene serias fisuras y me propuso ser el invitado en uno de sus ejercicios. El tema: el personaje literario. La dinámica: que una mañana vinieran todos a casa, observaran mi habitación y se fijaran en los objetos que había. El objetivo: el grupo, que no me conocía de nada, debía tratar de averiguar qué persona vivía en ese espacio.
   El siguiente sábado mi casa se llenó de invitados. Como no había espacio suficiente, se fueron acomodando donde y como pudieron. Sus ojos curiosos de Principito se paseaban una y otra vez por las paredes, el suelo, los armarios. Hablaban de mi colección de sombreros, de la matrícula de coche que un día me encontré en la calle y colgué en uno de los muros, del cartel que traje de una marcha del 15-M, de los libros, del calendario rayado con marcador rojo en las fechas importantes, de las dos camas, de la rosa de papel que me regaló Ana, de por qué un colombiano no tenía ninguna cosa que le recordara a Colombia. Recién llegados a mi planeta-habitación, lo miraban todo y por todo preguntaban.
   —¿Y las mujeres? ¿Dónde están las mujeres?
   —Pues ahí, en mi habitación. Es que se me olvidó decirle que en total eran trece, y todas chicas.
   —¡Dios mío! Me imagino que habrá aprovechado.
   —Depende a lo que se refiera. Lo que sí puedo decirle es que después de semejante experiencia, no volví a ser el mismo. Igual que el aviador que encontró al Principito en el desierto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es fabulosa la comparación que ha hecho con el Principito.

Fdo: Una de las trece mujeres.