25 de mayo de 2012

El perjuicio del prejuicio




—El problema no son los prejuicios, pues hasta el mismísimo Papa tiene los suyos.
   —¿Ah, no?
   —No. El verdadero problema es el perjuicio del prejuicio.
   —No le entiendo.
   —El prejuicio, como lo indica el prefijo «pre», es algo que está antes. El perjuicio, en cambio, viene después. O sea cuando uno, bien sea por ignorancia, cabezonería o simple mala leche, se deja arrastrar por el prejuicio. Y provoca un perjuicio.
   —Un ejemplo, por favor.
   —Hace unos días, un colega español dijo entender porqué Colombia estaba entre los países más felices del mundo. Según él, el secreto radicaba en que nos poníamos «hasta arriba» de coca.
   —Uf, qué mal. Me imagino que le molestó muchísimo.
   —Sí, pero no por Colombia.
   —¿Ah, no?
   —No. Me molestó que su afirmación naciera de un prejuicio. Faltaba claramente a la verdad. Y si faltaba a la verdad, era también un perjuicio.
    —¿Y cómo acabó el asunto?
    —Le dije: «Mire, es verdad que Colombia es la suma de todos los males de la Tierra. Y un poco más. Pero consumidora de coca a gran escala, no es. Allá la coca crece como el arroz, pero son pocos los que la esnifan. Casi todo el polvo acaba en EE.UU. o Europa... Así que hágame el favor».
   —O sea, que lo puso en su sitio.
   —Efectivamente. Las cosas como son.

(*) A propósito de la campana «En realidad no tiene gracia» de la Cruz Roja Española sobre la eliminación de los prejuicios hacia los trabajadores inmigrantes.
(**) Viñeta: Nani Mosquera, caricaturista colombiana radicada hace 15 años en España.

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