27 de noviembre de 2014

Carta abierta de un ciudadano europeo en el paro a la sonda espacial Philae



                 Recordado Philae:
                 Hace exactamente diez años, ocho meses y 25 días que partiste de la Tierra con el reto de llevar a cabo la maniobra más exitosa del hombre en el espacio. Y no sólo lo has logrado, sino que además, visto el tremendo lío que tenemos aquí abajo, no me cabe ninguna duda de que has tomado la decisión correcta: quedarte en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.
                 Muchas cosas han cambiado desde entonces. Mejor dicho, casi todas. ¿Recuerdas que, en la antesala de tu viaje, este continente con nombre de vaca mitológica aún era un buen sitio para la aventura terrestre que nos tocó en suerte? ¡Eso se acabó! Alguien, un buen día, proclamó:
«Hágase la crisis». Y hubo crisis. Y se llevó por delante todo lo que encontró a su paso: empleos, derechos, seguridad social, valores, principios, ciudadanos... Incluso, desbancó a la fuerza a varios gobiernos ineptos para poner a otros, doblemente ineptos, a su servicio. Fue una explosión cósmica, una especie de Big-Bang en sentido inverso que lo engulló todo.
                 ¿Y sabes qué es lo peor, Philae? Que estamos a años luz de resolverlo. Que mientras el BCE y el FMI sigan empeñados en tapar el agujero negro de la crisis a costa de abrir nuevos baches, nuestras coordenadas celestes seguirán siendo las mismas y gravitaremos sin rumbo por el sistema solar de la pobreza, la desigualdad y la precariedad.
                 No te imaginas cómo te envidio. Debe de ser un gran alivio estar allí, lejos, vagando en medio de las estrellas a miles de kilómetros de distancia de la Tierra. ¡Qué paz!
                 Sé que ahora, tras aterrizar en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, has entrado en estado de hibernación. Y que según los planes de la Agencia Espacial Europea (ESA), lo más probable es que te despiertes a medida que te acerques al Sol. Déjame darte un consejo: no despiertes, Philae. No hagas caso a la sonda Rosetta ni al centro de mando. Quédate allí, anclado para siempre en la superficie de aquel asteroide, y disfruta al máximo de la excursión espacial que la ciencia te concedió. Al fin y al cabo, comparado con lo que día tras día sucede aquí abajo, chocar de frente con la Gran Estrella no me parece un mal desenlace.
                 Espero volver a tener noticias tuyas, bien sea en esta vida o en alguno de los universos paralelos mejores que el nuestro que ojalá algún día conquistes.
                  Saludo espacial,

                 Un ciudadano europeo en el paro.

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